Punta Langosta y más - NEMESIS CONSTRUCCIONES WEBSITE

Cuando era niño, mi abuelo me decía: "Se vale soñar", y siempre le hice caso. Esas palabras se grabaron en mi corazón como una guía, como una luz que iluminaba mi camino. En mi infancia, mis sueños eran grandes, quizás tan grandes como el horizonte que veía desde mi ventana. En aquel entonces, nunca imaginé que esos sueños, que parecían tan lejanos, tan inalcanzables, algún día se convertirían en realidades palpables. Pero mi abuelo me enseñó algo aún más importante: soñar no es solo un acto de fantasía, es el primer paso para crear lo que parece imposible.

Mi sueño comenzó en ese niño que, con los ojos llenos de asombro, miraba los rincones del mundo y pensaba, “¿por qué no aquí? ¿por qué no en un lugar como la República Dominicana?”.  En ese momento, no sabía los detalles ni los obstáculos que tendría que enfrentar, pero sí sabía una cosa: el destino de un país podría cambiar, y yo quería ser parte de ese cambio.

En mi mente, nacían ideas que desbordaban los límites de lo que podía ver.  Pensaba en un lugar en el que el lujo, la exclusividad, la naturaleza y la cultura se fusionaran en una sola experiencia, un destino que no solo llamara la atención del turista, sino que cambiara la forma en que el mundo veía a la República Dominicana.  Puerto Escorpión y Punta Langosta nacieron de esos sueños, de la visión de un niño que miraba hacia el futuro con la certeza de que, si luchaba por ellos, esos sueños se harían realidad.

Hoy, mirando atrás, veo con claridad que cada paso que di, cada decisión que tomé, cada sacrificio, formaba parte de ese sueño. Pero lo más importante fue nunca perder de vista lo que ese niño de antaño me enseñó: que los sueños no tienen fronteras, no tienen límites, y que con esfuerzo, perseverancia y pasión, todo es posible.

Ahora, con una inversión sin precedentes, estamos llevando ese sueño a una escala global. Vamos a transformar la República Dominicana en un destino de lujo y exclusividad, un lugar que no solo atraerá a turistas, sino que dejará una huella imborrable en el mundo entero.

Este sueño no es solo mío, es el sueño de cada persona que ha creído en el potencial de mis proyectos desde allá en el año 2006, de aquellos que nos acompañan en este viaje y de todos los que alguna vez soñaron en grande.  Lo que comenzó como el sueño de un niño, ahora es una realidad que pondrá a la República Dominicana en el mapa del turismo global como nunca antes.

Así que cuando miro lo que estamos desarrollando hoy,  sé que es mucho más que un simple proyecto. Es el cumplimiento de un sueño, un sueño que, como me enseñó mi abuelo, se vale soñar… y se vale hacerlo realidad